26/4/10

15 de septiembre de 1999

ESCRIBIR ES SOÑAR DESPIERTO; y como cualquier sueño: con censura, desplazamientos y condensaciones, partiendo siempre de algún deseo o al menos de un impulso hacia algo, pero sin final, sin interpretación definitiva: sin cura.

Entre los extremos imposibles de la realidad y la ficción puras; a tono con los tiempos, solo esta virtualidad de ensueño: oleadas de palabras que no se dejarán atrapar por ningún género irreversible...

La escritura siempre es espectral: ni de aquí ni de allá enteramente, un pie de ausencia en el mundo de los presentes y, por eso, ni simple ausencia ni simple presencia.

Los grandes poetas son grandes porque nos hacen olvidar los nombres de las cosas y nos dan, a cambio y sin que nos demos cuenta, lo invisible de ellas, su cercanía más inadvertida, para que ya no veamos en ellas los objetos que vemos o usamos a diario sino su fondo innombrable, nosotros mismos desde la muerte, en ella y con ella vacíos de nosotros mismos y reventando también de silencio...

Supongo que algunos secretos se muestran en la imposibilidad de decirlos. [LW?]

[3: 25 p.m.]

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