9/11/07

04 de noviembre de 1998

QUISIERA ENTENDER POR QUÉ NECESITO TANTO DESPEDAZARME, por qué por épocas me domina este afán de autodestrucción, esta necesidad de que se me rompa humillantemente la boca. ¿Algo me predispone a ser mártir? ¿O imbécil? ¿Por qué empeñarme en amar a quienes me dañan y rechazan? ¿Por qué tengo que amar a todo el mundo, al mundo mismo, como si fuera un buitre o un cerdo devorando despojos y podredumbre?

Quisiera, tan solo, que el mundo fuera decente, que las personas se quisieran de verdad, que la ternura siempre fuera sincera; que, como decía Camus, el único crimen fuera hacer sufrir, y que también por él pudiéramos redimirnos. —¿No lo explica esto todo? ¡Leer a Camus mientras se padece de angustia adolescente! ¿Remedio o veneno?— Y quisiera no verme poseído de amargura, cuando a la vez me lleno de gozo en esos raros momentos en que tengo plena consciencia de estar vivo. ¿Cómo es posible amar y sentir tan intensamente la vida, y al mismo tiempo estar impregnado de dolor y de repugnancia? ¡Quisiera tantas cosas! Pero quizá la única sabiduría posible sea aprender a vivir con tantas otras cosas que no se quie-ren, ni pueden llegar a quererse.

¿No estamos todos malditos? La experiencia fundamental es la insatisfacción.

Y sin embargo no deja de ser glorioso poder cubrirse de sol y desnudarse bajo el sol, con alguien, enternecidos.

[6:30 a.m.]

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2 comentarios:

Antonio Ruiz Bonilla dijo...

Pues claro que merece la pena, tú tienes un don fundamental muy desarrollado, que es la capacidad de amar, si puedes conservarla, la vida y la belleza, muy pronto, te colmarán de atenciones, y el amor que diste te envolverá. Un saludo y espero que puedas visitarme.

pezenseco dijo...

Gracias por la visita, lanobil.