SIMPLEMENTE, tratar de evitar los tecnicismos, la artificiosa intelectualidad, el énfasis neurótico en lo formal, la estructura, o el recurso sumiso a las expectativas comerciales del momento, todas esas construcciones elevadas solamente para disimular, a la vez, nuestra sanguínea inseguridad y nuestra más vergonzosa cursilería. Porque también es cursi el deseo enfermizo de triunfo por encima de la mera escritura...
Cuántos aparejos para tapar con mil ficciones esta nuda condición: quisiéramos que todo fuese simple, que pudiéramos querernos y respetarnos y simplemente decir las cosas como las sentimos; y que no hubiera que disfrazar nuestra ignorancia sentimental tras ochocientos volúmenes de enciclopedias y formalismos.
Hiere pensar que el lenguaje en su mayor parte es un desperdicio.
[3:18 p.m.]
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26/4/10
11 de abril de 1999
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