23/8/08

07 de diciembre de 1999

(ENTREVISTA ESPECULAR)

He gozado momentos de una desnudez animal y tierna a la vez, y me ha dolido vivir cuando no he podido retribuir el deseo que alguien sentía por mí; esto lo digo sin miedo: he sido a veces infortunado e impotente, pero otras veces he sido perfecto.

También, alguna vez, me ha tentado el suicidio, creo que simplemente para poner fin a la incertidumbre y la ansiedad. Pero creer que la muerte es verdaderamente el fin también es un acto de fe, y prefiero el dolor que la fe. Para mí ya no se trata ni de creer ni de matarse, sino de resignarse a que vivir sea siempre alguna versión de enigma trágico.

Por ejemplo: no puedo decir que yo sea quien otros dicen que soy, ni siquiera el conjunto de momentos que podría rastrear con la memoria, una suma de escenas febriles y temores ridículos, de anhelos cumplidos y sueños frustrados, de actos cotidianos simples y algún incidente extraordinario.

Tantas veces que he querido decir algo y he callado… Tal vez soy esos silencios desvanecidos, esas palabras irrecuperables: una ceguera iluminada que siempre viene de otra parte, o de otros.

La conciencia siempre es fantasmal.

No sé qué he sido ni qué seré; hoy quisiera creer que soy las miradas entreveradas de todas las mujeres que me han mirado detenidamente, y de algunos amigos y familiares que sé que me han querido. Porque solo esas miradas me han sostenido… Y si son otros quienes me han hecho quien soy, no soy lo que cada quien ha creído que soy, ni tampoco la suma de sus opiniones… ¡Esta errancia de ser el otro lado de unas miradas que cambian tanto como las mías, y que cambian aún más con el recuerdo!

Mis verdades son los afectos que me han transformado, dislocando mis verdades anteriores: lo que daba por seguro, a lo que pretendía serle fiel.

Mis verdades no tienen nunca un punto estable, central, alrededor del cual girara todo sujetado por radios invisibles… Se desgranan, las siento caerse de mi piel y a veces también rozarla o quemarla o desgarrarla; y solo porque pueden morir son verdades tan verdaderas como la vida.

También es posible que ella vuelva a amarme. Los milagros solo son hechos con muy pocas probabilidades de llegar a ser.

Solo al deshacernos mutuamente nos hacemos quienes somos.

El amor debiera sostenerse en ese borde de abismo: entregados al viento, sin dejarnos caer.

[10:44 a.m.]

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