DICHOSAMENTE, ya no temo decir lo que ha sido dicho tantas veces. Además, ¿cómo evitarlo?
A mi alcance está reconocer esta condena y tratar de vivirla a mi manera.
Ya no imagino a ningún lector específico. Gracias al cielo ya no temo decir lo que digo.
[2:48 p.m.]
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1/12/09
17 de enero del 2000
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